-… y entre la treinta.- Sebas le daba la
indicación al señor del taxi hacia dónde ir.
-Supongo que será solo una parada.-dijo el
taxista levantando una ceja en forma de complicidad.
-¡No!-Contestaron los dos al mismo tiempo, pero
fue Sebas quien continúo:
-No, serán dos, después de dejarla a ella yo le
diré hacia donde ir.-Su tono era algo rasposo, como una señal para que no
dijera nada mas, cosa que el señor lo entendió a la perfección.
Empezó a llover. No es que no se agradaran
ambos, es solo que son tan, tan diferentes, el cree en el amor, en la
posibilidad de que dos personas pueden amarse el resto de sus vidas, solo que
hay un problema, el es muy atrevido y muy coqueto cuando se lo propone, pero si
se trata de verdad, es demasiado tímido y es capaz de arruinarlo por miedo.
Aunque si nos ponemos a pensar, en eso se parece a Yanne. Ella tiene la idea de
que el amor de verdad no existe que en cualquier momento alguien saldrá
lastimado, así que antes de que eso ocurra ella rompe sus relaciones. Su
relación más larga duro tres meses y la termino por un “te amo”, ella nunca lo
ha dicho y no cree que lo diga nunca. Y en esos casos Sebas reacciona un tanto
diferente, tampoco lo ha dicho antes pero solo porque sabe que cuando lo diga
será a la joven con la que se case, será su compañera de toda la vida, la madre
de sus hijos, mientras que Yanne no piensa casarse ni mucho menos tener hijos,
adora a los niños y le encanta ser maestra pero solo hasta ahí. Se puede
concluir que en todas las relaciones de ambos siempre son iguales, se conocen,
salen un par de veces, se hacen novios y cuando algo se complica o sale la
palabra con “t” todo termina y vuelven a empezar. Realmente es difícil decir
que alguno de los dos se haya enamorado alguna vez de verdad. Pero si les ha
gustado más de alguna persona solo que les da miedo seguir adelante, así que en
cierta forma son un poco iguales, sin contar que siempre están en desacuerdo en
algunas circunstancias.
-¿Y cómo sabes donde vivo?-le pregunto Yanne a
él con algo de curiosidad.
-Le pregunte a Lina.-Contesto con esa típica
sonrisa que hacía que se le revolviera el estomago de ira.
Se quedaron mirándose el uno al otro casi por
un minuto, fue entonces cuando él la cuestiono.
-¿Todavía sigues saliendo con Armando?- le
pregunto con tono de indiferencia.
-NO. Terminamos dos días después de que nos
graduamos, pero claro eso ya lo sabías.- Contesto sabiendo que el único motivo
era por molestar, siempre le hacía lo mismo.
-No lo sabía en verdad, lo siento.-El si lo
sabía.
-Sebastián por favor no empieces otra vez
¿quieres?- Normalmente nunca lo llamaba por su nombre de pila, solo cuando las
cosas se tensaban o se ponían serias.
-Yannel tienes que comprender que no se puede
ir por la vida, tomando las relaciones a la ligera, o acaso ¿quieres terminar
sola, con veinte gatos y abandonada?- Su tono paso a ser rasposo y se puso serio.
-¡No empieces, otra vez no!-Siempre que se
ponían a discutirlo, alguien terminaba lastimado y casi siempre era ella.
-Pero…-Ella lo interrumpió.
-¡Pero nada! Que no quiera casarme no significa
que me voy a quedar sola, abandonada con veinte gatos.-
-Acaso ¿quieres estar sola sin nadie que te
acompañe por el resto de tu vida?
-No necesito un estúpido papelito que me diga a
quien querer, además no estaré sola…- Ahora él, la interrumpió
-Claro que no, tendrás a tus gatos y tu dinero
lo gastaras en su comida y en ridícula ropa para ellos, y tus nietos serán los
patéticos hijos de tus queridísimos mininos.- Ambos empezaron a defender en lo
que creían.
-Entonces, dices ¿que no tendré amigos humanos?
-No lo sé.
-Si lo sabes, ¡dilo!- Lo voltio a ver a la
cara, tenía ganas de llorar del enojo que le causaba pero no le daría la
satisfacción.
-Por lo menos yo no,-Su voz se hizo rasposa y
su cara era muy seria, sin apartar la mirada de ella. -Cuando me case tendré
otras prioridades, cuando tenga hijos menos tendré tiempo para salir con mi
única amiga soltera.
-Pues por eso no te preocupes, tampoco estaré
rogando por tu atención.- Le costaba trabajo controlar su voz pero no le iba a
dar la satisfacción de verla llorar otra vez.
-Es que no lo ves, no estaremos ahí para ti
toda la vida. Cada uno de nosotros haremos nuestras propias vidas donde tú no estarás
en ella todo el tiempo. -Yanne no podía creer lo que le estaba diciendo.
-Acaso crees que lo que más me preocupa en la vida es ¿Que no
tengas tiempo para mí? Pues estas equivocado…
-En las bodas. Dime, cuando cada uno se case tu
estarás sola y nos dará pena verte ahí sin nadie.- La volvió a interrumpir.
-¡DEJA DE HABLAR POR LOS DEMAS! no porque
pienses así, todos piensan lo mismo.- Ya no podía mas, pero no lo dejaría ganar
otra vez.
-Es lo que pasara.- Estaba tan seguro de lo que
decía, como si supiera lo que les prepara el futuro.
-Lo que no entiendo, es porque solo a mi me
molestas, Lucas nunca ha tenido una relación, juega con las chavas y no las
toma enserio, y no le dices nada, solo me molestas a mí con tus estúpidas
historias de la solterona con gatos.- Por fin había podido controlar su voz.
-Tú me importas, el no tiene remedio y lo
sabes, además es lo bastante guapo para quedarse solo….- Ella lo interrumpió.
-Estás diciendo que ¿yo no soy lo bastante
bonita y que por eso me quedare sola?
-Lo que trato de decir, es que no podemos estar
ahí para ti toda la vida.
-Que lastima, porque yo si podría estar para ti
cuando lo necesitaras… Pero no me respondiste, ¿no crees que sea lo bastante
bonita?
-No.
-Señor por favor pare el carro.- Ya era
demasiado, no lo soportaba mas tenía que irse antes de que empezara a llorar.
-Señorita está lloviendo.- El taxista se acerco
a la banqueta, pero sin bajar la velocidad, con la esperanza de que
recapacitara sobre su decisión.
-Yani, está lloviendo no te puedes bajar.- Era
muy rara la vez que le llamaba así, normalmente cuando le hablaba tiernamente, pero esta vez era
diferente.
-¡No me llames así, que pare el carro!- Ya no
lo soportaba mas tenía que salir de ahí.
El carro se paro y en seguida ella abrió la
puerta y salió.
-¿Pero adónde vas?- Le pregunto Sebas en un
tono preocupado
-¡A comprar un gato!- Le grito y cerró la
puerta de un golpe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario